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"¿No hemos vivido así todo el tiempo, lacerándonos dulcemente?"

domingo, 4 de julio de 2010

El mejor día de mi vida.

Corre un buen tiempo cuando me descubro a tu lado. Cuando me encuentro contigo. Un “tigo” que no solo significa sentirse acompañado. Si no, también, apañado sin miedos.

El mejor de mis días es en el que despierto y aun recuerdo el sueño, y me emociono, y los deseo, y les temo.

Cuando los rayos del sol entran por la ventana del cuarto calentando las sabanas, la piel, los sentimientos. Y sonrío sin ningún motivo aparente. Y estiro mi cuerpo prolongadamente, como las patas de un gato. Tieso como cola de perro contento.

Cuando pedaleo, camino, vuelo a encontrarte. Cuando paseamos sobre cuatro pies. Para luego sentarnos en alguna plaza a mirar las nubes y hacer fotosíntesis, relatando historias que aun desconocíamos; tu de yo, y yo de ti.

Las muy pocas veces que llenamos las mochilas y salimos de la ciudad. Cuando compartimos con desconocidos que dejan de serlo.

Cuando hace calorcito y jugamos y nos tiramos de la cama.

Cuando las lluvias nos bañan algo más que la cara, y el viento nos cierra los ojos. Cuando caminamos de la mano contra ese viento que nos quiere llevar a quien sabe donde.

El mejor día es uno de esos en tu casa. De la música en el estéreo, de olernos la piel, del silencio mirando cómo el día le da paso a la luna, de tus pies entre mis pies. De levantarnos entrada la noche porque recordamos que de pura alegría no se vive. Y volar.

Noches cuando nos acostamos a ver películas y nuestros pies comienzan a charlar. Cuando te duelen los ojos y te digo que no te rasques.

El mejor día es cuando el clima es rico y compramos algo de tomar. Y mezclas limón con salsa inglesa y demás. Y después, cuando entre las fotografías apareciste tú… Tapándote la cara a dos manos como para que no te robe el alma, ni te roben la identidad.

Cuando sonríes, cuando te canto. Cuando gritamos y abrazamos nuestras espaldas. Cuando rayamos los cuadernos y me dejas recaditos en las libreta. Que veo mucho despues, y de nuevo ¡me has robado más sonrisas!

¡El mejor, el mejor, el mejor…! Es cuando nos dibujamos las espaldas, y nos escribimos en las manos, y bigotes en la cara… cuando ¡dejavú! "Esto ya lo viví"

Cuando nos quedamos mudos, y río, y tus ojos ríen, y tu ombligo también parece reír.

Cuando tus ojos se abren de más, relatándome minuciosamente como me sacarás un ojo, y te harás un taco y te lo comerás. Y ríes porque me da miedo.

Cuando te lamo, cuando me muerdes. Cuando te vas… y yo regreso, y me pegas los piojos, y me pegas las pulgas.

El mejor día en el mundo, es cuando escuchamos platicamos sobre los sentimientos, sobre los deseos, y el porqué te quiero, y siento que se me infla como una palomita de maíz gigante.

Cuando leo algo que me has escrito y puedo ver que todo vale la pena, que aunque no digas; sientes, y eso es lo mejor. Expandirse y unirse a otra explosión rodante. Somos elementos reactivos que buscan desesperadamente reaccionar. Somos ambos corazones. Nuestras ilusiones palpando nuestras reacciones.

El mejor día de mi vida, es cuando regresas después de dos semanas de ausencia, y en tus ojos volveré a ver el brillo que me permite sonreír. "¿Me extrañaste?"


“¿Y si no me hubieras encontrado? –Le preguntaba –No sé, ya vez que estás aquí…”

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