
Quizá, tal vez, el peor momento del día cuando caigo en cuenta de que me haces falta; es cuando, al igual, caigo en cuenta una vez más, de que no tengo Amigos. Así, con mayúscula al principio. Y no tanto el querer-necesitar Amigos, con uno sólo me doy por bien servida.
Mira, no es tanto que no tenga a quién recurrir: nadie necesita recurrir a mí. Y eso, es lo más catastrófico, tomando en cuenta mis dramas naturales, y hereditarios. Ahora qué me importa sentarme a pensar a quién buscar para salir a platicar. Qué me importa que los conocidos prefieran disfrutar en su privacidad la semana para el fin salir con otras personas, excluyendome a mí.
Me deprime -sólo un poco- el que no haya una sola persona que me invite a salir hoy jueves. El que me jueguen mal. Me deprime no tener un amigo para invitarle una cerveza. Ya ni por eso... Y, tan fácil sería para mí buscar a aquél cuarteto de acosadores, pero no. Yo no quiero directas para que les de un beso. Yo quiero, tan sólo platicar. Escuchar. Existir de más de una forma. Y entonces, le marcaré a él para decirle que no quiero ir porque no tengo con quién.
¿De qué me sirve estar para las clases, para cuando no tienen nada que hacer, para los libros, los cigarros, la cama, si no estoy para cuando se me quiere ver y escuchar?
Termino siendo, una vez más, el apunte en la libreta de la psiquiatra, el número de lista de la maestra, el adorno que se lleva atrás en La Cuadra, el brazo y pie y oreja y labio y entrepierna de emergencia.
"Naces solo y mueres solo, y en el paréntesis, la soledad es tan grande que sientes la necesidad de compartir la vida para olvidarlo" Sabias palabras de Erich Fromm.
ResponderEliminarVERGA. Es de lo mejor que he leído ultimamente, tu redacción fue precisa. José Juan tiene razón, y vaya que la vida me lo ha enseñado. Erich Fromm siempre va a tener razón, y vaya que tmb me lo ha enseñado.
ResponderEliminarBaby, en la vida siempre vamos solos, nos deprimimos solos y nos consolamos solos. La única persona segura que va a estar ahí para ti, eres tu. Los demás somos almohadillas, dulces almohadillas.
No sabía que el de arriba era Jose Juan, y voy viendo que tengo comentarios -algo raro-.
ResponderEliminarNo he leído nada de Erich Fromm -si, así de trágico- aunque, claro, he escuchado de él. Ni esa frase la había checado, y es tan... cierto.
Y, yo lo sé. Sólo a veces, quisiera tener un amigo. Así como la guayaba y la tostada, embriagadas compartiendo su bebida alcoholizante, consolando entre ellas. Cantando la misma canción; su canción. En realidad me producen nostalgia.