-¿Volveremos a estar juntos?
-Lo siento...
-¿Porqué no?
-Tu sabes que cuando llegue la hora, la muerte nos tiene que agarrar solos.
Desperté temblando, angustiada. Al abrir los ojos poco a poco iba cayendo en cuenta de que sólo había sido un Mal sueño. Aunque, tu ombligo.
En los primeros segundos -el sol apenas iba saliendo, aun no se me metían sus rayos entre los ojos- traté de ubicarme en la realidad, borrar por completo esa imagen que me lastimaba, tus ojos, tu cabello. ¡Otra vez tu! puta madre... No, Lalo no, Lalo no, él ya no, ¿QUIÉN? Y dificultosamente interné en mi cabeza la imagen de aquél que hace días me saca sonrisas, me mantiene un poco más Alegre.
Y esque, estaba bien. Me sentía bien. ¿Porqué tengo qué soñar este tipo de cosas? ¿Porqué tengo que soñar de nuevo contigo? ¡Si ya entendí! ¡De verdad que ya entendí!
A los pocos minutos de despertar, las lágrimas salieron, me sorprendieron. Tenían rato sin dejarse ver. Una. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Se.. Sie.. Och.. Rapidamente. Yo las sentía bajar por mis mejillas y no me podía explicar qué hacían ahí, otra vez.. ¡Otra puta vez!
Y en el sueño yo te decía "pero conste que yo no te busqué, pero conste que yo no te pedí que vinieras, pero conste que yo no te besé, ¡que conste que fuiste tu! ¡tu buscandome a mí!" ¿Cómo no me dí cuenta que era un sueño?...
Y hubo un momento, en que recargué mi cabezeza, mi oído en tu ombligo. Me acerqué poco a poco, por encima de tí. Te levanté la playera, y puse mi oreja sobre tu ombligo. Donde te crecían cebollitas. Y me quedé ahí, cuestión de segundos. Segundos de Tranquilidad. Sabiendo que no importaba entre qué tanta mierda estaba sumergida, que no importaba quiénes me rodeaban. Qué me decían. Qué querían para mí. Tu ombligo estaba debajo de mí. Y nada más importaba. Ahí pude quedarme. Ahí, así, me quedé tantas veces...
Ahora, estoy escribiendo las palabras como si te las dijera al oído, ¿vez? ("te las.."). ¿Pero, cómo? Tu ya no deberías estar aquí.
